El Grupo de Puebla no logra reconciliar a Evo Morales y Luis Arce, que van rumbo a la colisión
BoliviaLas izquierdas latinoamericanas intentan sin éxito reunir las dos alas enfrentadas del Movimiento al Socialismo en Bolivia
Las izquierdas latinoamericanas y europeas están preocupadas por el cisma del Movimiento al Socialismo (MAS) boliviano, que antes era uno de los partidos más fuertes de esta corriente y hoy se encuentra profundamente dividido en dos alas, cada una de las cuales busca la eliminación política de la otra. Una intercesión del Grupo de Puebla no ha logrado que los dos líderes enfrentados, Evo Morales y Luis Arce, hallen un camino de reunificación. Murió en la cuna la idea de organizar unas primarias unitarias que promovieron los miembros de este foro izquierdista cuando estuvieron en Bolivia hace poco. Morales y Arce siguen acelerando rumbo a la colisión.
Meses atrás, Cuba invitó a La Habana a los dos protagonistas de la pelea e intentó reconciliarlos, pero no logró nada, pese al importante lugar simbólico que el castrismo ocupa en la ideología del MAS. El 12 de marzo fue el turno del Grupo de Puebla, creado en 2019 para promover el diálogo progresista de Latinoamérica y la Europa meridional. Los expresidentes Alberto Fernández, José Luis Rodríguez Zapatero y Ernesto Samper, la vicepresidenta venezolana Delcy Rodríguez y otras personalidades de esta institución política llegaron a Santa Cruz de la Sierra para un coloquio sobre arquitectura financiera global y para persuadir a sus colegas bolivianos, con quienes se reunieron por separado, a encontrar un método de resolución pacífica y unitaria de la disputa que libran por la dirección del partido y la candidatura a las elecciones de 2025. “Uno de los mayores desafíos de Bolivia es la unidad de su dirigencia política”, declaró Zapatero a los medios. Mientras las reuniones se producían, voceros de ambos sectores descartaban cualquier posibilidad de llegar a un acuerdo.
Tras la partida de los expresidentes, quedó la sensación de que nada cambiaría, pero el 31 de marzo Evo Morales posteó en la red social X un mensaje sorpresivo, que se alineaba con el esfuerzo que había realizado el Grupo de Puebla: “Proponemos, todo por la unidad, que nos sometamos a elecciones internas primarias para que nuestros militantes definan quien será nuestro candidato para las elecciones 2025. Con los resultados apoyaremos en la campaña a quien sea elegido, manteniendo la unidad de nuestro MAS-IPSP”, escribió. Era la primera vez que el expresidente aceptaba la participación de Arce en una competencia interna y que admitía la posibilidad de perder.
La propuesta no tardó mucho en ser rechazada. Tanto el ministro de Justicia, Iván Lima, como el vocero presidencial, Jorge Richter, le recordaron a Morales que está inhabilitado para participar en elecciones y, por tanto, también en primarias. Se referían a una sentencia del Tribunal Constitucional de fines de 2023, que restringe las gestiones de los presidentes, parlamentarios, gobernadores y alcaldes a un máximo de dos, sean continuas o discontinuas. Como Morales ya ha sido presidente tres veces y ha permanecido en el poder 14 años, más que cualquier otro boliviano en la historia, no podría candidatear nunca más, según la sentencia que el Gobierno defiende. Él asegura que sí lo hará, pues la Constitución solo prohíbe más de dos reelecciones continuas y en Bolivia, como en la mayor parte de Latinoamérica, siempre se ha permitido un número indefinido de reelecciones discontinuas.
Antes de lanzar su propuesta de dirimir el impasse por medio de primarias, Morales había declarado que los representantes del Grupo de Puebla “afirman y afirman [que] no van a permitir que se proscriba al MAS y tampoco se inhabilite a Evo como candidato a presidente”. La oposición, que en su mayor parte coincide con el “arcismo” en que no se debe autorizar a Morales participar en más elecciones, le respondió que “el Grupo de Puebla no manda en Bolivia”. El ultraconservador Comité Cívico Pro Santa Cruz declaró “personas no gratas” a Zapatero y el resto de la comitiva.
Arce y Morales avanzan sin frenar hacia un choque definitivo en torno a la “propiedad” del MAS, que se disputará este año en los tribunales, y a la proscripción electoral del expresidente. Este ya ha advertido que, en caso de consumarse, su inhabilitación traerá “convulsión social” al país. Aunque ha perdido el control de las principales organizaciones sociales, que han preferido continuar gobernando junto a Arce, Morales todavía conserva a sus incondicionales federaciones cocaleras, que en el pasado han sido capaces de paralizar al país con cortes de ruta y otras formas de protesta.
EL PAÍS